Noticias

23/11/2015 - 11:37 General
La residencia de mayores San Juan de Dios, ubicada en la céntrica calle Sagasta de Sevilla, ha celebrado una fiesta de cumpleaños muy especial, la de Dolores Moraleda, una residente que ha cumplido 105 años en compañía de los suyos y del personal del centro de la Orden Hospitalaria.
En la misma semana en la que se celebra el Día Internacional de las Personas Mayores, hoy, 1 de octubre, Dolores ha soplado las velas más que centenarias en un estado de salud envidiable, salvando algunos achaques que para ella no son impedimento de nada.

El superior de la residencia, Isidoro Santiago O.H., y el personal que la asiste a diario, la han obsequiado por esta feliz ocasión con un colorido ramo de flores. La fiesta ha comenzado con una merienda especial con los residentes y después ha tenido lugar una celebración más íntima en la que su familia y el personal de la residencia se han reunido en el patio interior del centro. “Ha soplado sus velas en la tarta. Eso sí, le puse unas velas con la cifra, ¡no hay tarta tan grande como para poner vela a vela! Además, le habían decorado el centro con globos y carteles de felicitación”, relata Beni, su hija.

Los mejores cuidados para quien ha vivido cuidando a los suyos

Dolores comenzó su etapa como residente en San Juan de Dios en abril del pasado año. Ahora disfruta de la asistencia del equipo de profesionales del centro y de la compañía del resto de residentes, como la de Rosa, su compañera de habitación.

Su hija, Beni, relata lo difícil que fue para ella aceptar que las circunstancias de la familia no eran las más propicias para seguir cuidando, después de muchísimos años a su madre, pues ella, con 65 años; y su marido Juan José, aquejado de una enfermedad, ya no podían entregarse a los cuidados de Dolores tal y como venían haciendo hasta ese momento. Sin embargo, “mi madre se ha adaptado perfectamente a la vida de la residencia. Ella misma nos dice que está muy bien, y, aunque ahora ya está en silla de ruedas, se maneja muy bien. Siempre ha tenido un espíritu muy positivo frente a la adversidad”, comenta Beni.

Dolores es de Membrilla (Ciudad Real), donde ayudaba a las familias en las labores del campo. Cuando era una adolescente, se trasladó con sus padres y sus nueve hermanos a Torredonjimeno (Jaén), donde se dedicaba a confeccionar medias de hilo. Más tarde regentó un bar en Jaén hasta 1979 con su marido. Ahora, Dolores disfruta de los cuidados y el descanso que se merece, y del amor y la cercanía de los suyos, que acuden muy de continuo a visitarla porque, además, viven muy cerca de la residencia.